jueves, 25 de julio de 2013

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. El cuento de este día viernes 26 de julio del 2013.

 

 

Amigas y amigos, este día 26 de julio se cumplen 45 años de que se inició el movimiento estudiantil de 1968, por esto, les envío esta historia o cuento, ahora si os lo aseguro, escrita por Ismael Serrano, y los invito a que les pidan a sus padres, amigos, profesores, vecinos, hermanos, amigas o amigos, que vivieron ese momento tan intenso y trascendente de nuestro país, que “se los cuenten otra vez”. Es más, les lanzo la pregunta desde aquí. ¿TU COMO VIVISTE EL MOVIMIENTO ESTUDIANTIL DE 1968? CUENTAME OTRA VEZ ¿SI?.


Saludos.



Papá cuéntame otra vez


Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,
y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.

Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis
estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.

Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita
de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.

Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada
y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.

Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba
se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.

Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,
que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.

Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.



Este es el link para quienes quieran escuchar la canción .

http://www.youtube.com/watch?v=TF3HLSLmmDc&list=RD187ntj3ImzVWA

sábado, 20 de julio de 2013

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. La historia de este día domingo 21 de julio del 2013.








Amigas y amigos

Les envío un extracto de esta historia que apareció publicada en el suplemento Del Campo, del diario La Jornada. Me parece bella e interesante, pertenenciente a uno de los pueblos de nuestro país. Espero que les guste. Un abrazo.


LOS ÚLTIMOS CHAPAREQUES


Gustavo Palacios Flores.

Hubo una vez un tiempo cuando Onorúame (Dios, “el que es padre”) habló a los rarámuri (tarahumaras) y les encargó el cuidado de los equilibrios del mundo. En esa gran encomienda, el apego a la ética grupal, al trabajo y a la ayuda mutua, a la música y la danza, entre  otros elementos, tendría un papel vital. Desde entonces y hasta la fecha, han tenido que ajustar esa trascendente tarea para evitar la ruptura de los equilibrios que deben ser preservados por encargo divino. Como mediadores de las fuerzas que gobiernan la Tierra, las celestes y las de inframundo, los rarámuri se conciben como los “pilares del mundo”, aquellos en quienes descansan los fundamentos y delicados equilibrios que sostienen al universo.

Esta instrucción sagrada fue acatada celosamente por los rarámuri y a ello dedicaron sus afanes durante siglos, haciendo de la vida sencilla y de la lealtad  a los principios ordenadores  del mundo su mayor fortaleza y seña de identidad cultural. A ese tiempo ancestral pertenece un instrumento musical  que los tarahumaras  nombran chapareque, el cual forma parte del arsenal proporcionado por Onorúame para mantener en armonía el mundo.

Elaborado de un humilde quiote curvo de maguey, al cual se le agregan cuerdas, que en el pasado eran elaboradas con tripas de animales como el zorrillo y que en la actualidad son metálicas, el chapareque es un arco musical cuya singularidad consiste en que la boca, al posicionar uno de sus extremos, es utilizada como caja de resonancia y moduladora  del tono  y la armonía de los sonidos que producen  los dedos al tocar las cuerdas. Con una aparente sencillez interpretativa, el chapareque refiere  y evoca  la relación profunda que guardan los rarámuri con lo sagrado y la naturaleza.

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. Dos historias para este sábado 20 de julio del 2013




 Amigas y amigos

En este día que se conmemora el 90 aniversario del asesinato de Pancho Villa, les envío dos historias que narran ese acontecimiento. Espero les conmuevan. La primera fue  publicada hoy sábado en la prensa nacional,la segunda la encontré en el ciberespacio. Un abrazo.




Parral me gusta hasta para morirme…


                                                                                                                                                   Armando Alanís

 Cuando Pancho Villa dejó las armas y se retiró a la Hacienda de Canutillo, comentó a sus amigos: “A mi me van a matar, si me dejan vivir tres años, será mucho”. En otra ocasión, le dijo a Francisco Piñón, su hijo adoptivo: “Mira, Piñoncito,yo, después de muerto, le he de dar de comer a muchos. Ni muerto me van a dejar descansar”.

Adolfo de la Huerta como presidente provisional de México y amigo de Villa, gestionó que éste depusiera las armas. El 28 dejulio de 1920, en Salinas, Coahuila, el Centauro firmó los convenios mediante los cuales aceptaba retirarse a la vida privada. A cambio el gobierno le cedió la Hacienda de Canutillo, en Durango. En entrevista concedida al periodista Regino Hernández Llergo,declaró, un año antes de ser asesinado, que su amigo Fito “no se vería mal en la presidencia”.

Por su parte, Jesús Herrera, hombre acaudalado, tenía sobradas razones para querermatarlo. Villa había perseguido y dado muerte a varios de sus parientes, luego de que Maclovio Herrera dejó a la División del Norte para unirse a los carrancistas. Poco antes del atentado, Villa y Herrera tuvieron un altercado verba, durante el cual ambos se amenazaron de muerte. Herrera ya había contratado a matones, que fallaron. En varias cartas, Villa buscó presionar  al gobierno para que tomara medidas contra suenemigo. Envió una última a El Universal. “En esa carta, fechada el 19 de marzode 1923, Villa decía que durante más de un año y medio Jesús Herrera había intentado asesinarlo” (Friedrich Katz)

El 20 dejulio de 1923, muy temprano, un cochero fue a avisarle a Villa que se preparabauna emboscada, pero Villa no hizo caso. Tenía hombres con caballos a las afueras de Parral. A caballo, sería difícil que le dieran alcance. Lo que no previó es que el atentado se realizaría en pleno centro de la ciudad.

Había pasado la noche con su esposa parralense, Manuela Casas. Se despidió de ella y de su pequeño hijo Trinidad a eso de las siete y media de la mañana y abordó,con su escolta, el Dodge Brothers estacionado en la calle para regresar a Canutillo.Le dijo a su chofer que él mismo iría al volante. Avanzaron por la calle de Zaragoza  y doblaron por la avenida Juárez. En el callejón de Meza, un hombre se quitó el sombrero al pasó del vehículo y gritó “¡Viva Villa!”. Al llegar a la calle de Gabino Barreda, una zanja obligó al Centauro a frenar. Fue entonces cuando ocho hombres salieron de los números 7 y 9  de Gabino Barreda y empezaron a disparar. Villa murió instantáneamente. Tenía cuarenta y cinco años.

Fueron alrededor de 150 balazos los que acabaron con la vida del revolucionario de Durango y de algunos de sus compañeros.

Sólo dos sobrevivieron: Rafael Antonio Medrano, quien murió poco después a consecuencia de las heridas, y Ramón Contreras. Este último con un brazo destrozado  por una bala expansiva, alcanzó a bajar del coche  en medio de la refriega y corrió  hasta llegar a la casa de Manuela. El médico militar José Raya evitó que muriera desangrado.

En Canutillo, esperaba al general Austreberta Rentaría, embarazada de nueve meses.Cuatro días después, daría a luz a un niño. No lejos de la casa grande de la hacienda, aguardaba también otra de sus amantes, Soledad Seáñez. Pero lo que llegó fue un telegrama con la noticia.

Además de Jesús Herrera, eran muchos los que temían y odiaban a Villa. Como se sabe,desde meses atrás hombres de negocios prominentes de Parral se reunían en el hotel Imperial con el propósito de planear un atentado. Contrataron a Melitón Lozoya, quien tenía cuentas pendientes con el general. Él se encargó de buscara  los futuros asesinos.

Aquellos hombres contaban con la aprobación del general Joaquín Amaro, quien había luchado contra Villa. Según se ha podido establecer, estaba involucrado el gobernador de Durango, José Agustín Castro, quien también había combatido contra Villa, aunque la orden provenía del propio Plutarco Elías Calles. El secretario de Gobernación había contado con la anuencia del Presidente de la República Álvaro Obregón.

De los asesinos materiales, uno murió el día del crimen y sólo Salas Barraza fue apresado. Estuvo ocho meses en prisión y fue indultado. Los otros no pisaron la cárcel.

Villa había dicho en repetidas ocasiones: “Parral me gusta hasta para morirme”. Así fue.





Jesús Salas Barraza:el asesinato de Francisco Villa.


Al comenzar el mes de julio de 1923, el grupo estaba completo y era conformado por Melitón Lozoya, Jesús Salas Barraza, José Barraza, Juan López Sáenz Pardo, José Sáenz Pardo, Librado Martínez, Román y José Guerra, y Ruperto Vera. Recibían recursos económicos, apoyo material y pertrechos militares a través de Gabriel Chávez y esperaban el momento oportuno para actuar. El complot tenía carácter local y personal, sin embargo, el plan fue conocido en la Ciudadde México por el presidente Álvaro Obregón y por el futuro candidato presidencial, Plutarco Elías Calles. Con autorización de Obregón, Calles llamó al coronel Félix C. Lara, jefe de la guarnición de Hidalgo del Parral-población cercana a Canutillo- para garantizar la impunidad de los futuros asesinos.

Los asesinos eligieron Parral para llevar a cabo la emboscada. Villa solía visitarel viejo pueblo minero, ubicado en Chihuahua, por razones amorosas –una más desus mujeres, Manuela Casas, vivía en él- y para atender negocios particulares.La traza del pueblo era en sí misma una trampa. Para atravesarlo de extremo a extremo no había más alternativa que circular por la Plaza Juárez, era laúnica ruta posible y la que comúnmente seguía Villa al salir de su casa,ubicada a unas cuadras de la plaza. La suerte sonrió a los asesinos. En los primeros días de julio rentaron dos cuartos, el número 7 y el número 9 de la calle Gabino Barreda que hacía esquina con la calle Juárez, exactamente en la plaza principal. Desde las ventanas de ambas habitaciones podía observarse cualquier vehículo circulando de frente. Sólo era cuestión de esperar el momento oportuno.


Por distintos motivos, entre ellos asistir a un bautizo y dictar su testamento,Villa viajó a Hidalgo del Parral unos días y dispuso su regreso a Canutillo la mañana del 20 de julio de 1923. Hasta la puerta de la casa ubicada en la callede Zaragoza, llegó Miguel Trillo, secretario y amigo de Villa, a bordo de su automóvil Dodge Brothers. Uno de los nueve hombres, un vendedor de dulces, se colocó sobre la calle Juárez. Al divisar el vehículo de Villa, tenía como encomienda quitarse el sombrero con la mano derecha o con la izquierda, con el fin de indicar a sus compañeros qué lugar ocupaba Villa dentro del automóvil.

En las habitaciones 7 y 9 de la calle Gabino Barreda aguardaban los asesinos.En cada uno de los cuartos se apostaron cuatro tiradores, habían derribado parte de la pared que los dividía para tener mejor comunicación. En la parte posterior del inmueble aguardaban los caballos preparados para la huida. A las 08:06 horas, los asesinos vieron la señal de su compañero. Es la hora en que los niños pasan a las escuelas, pero la ciudad tiene un aire extrañamente misterioso; no hay policía de resguardo y los soldados de la guarnición han salido a revista a las afueras de la ciudad, no obstante estar todavía lejos el último del mes, en que ésta se realiza, por reglamento. Pero a pesar de este detalle, nada impresiona a Villa de aquel conjunto de circunstancias.

Villa conducía el vehículo, así que todos debían hacer la primera descarga sobre el asiento del conductor; luego, fuego a discreción. El automóvil avanzaba lentamente por la Calle Juárez, casi para llegar a la Calle Gabino Barreda,tuvo que frenar para pasar una zanja. Había llegado la hora. Los proyectiles deshicieron el parabrisas y fueron a impactarse sobre los cuerpos de Villa y de su lugarteniente y amigo, Antonio Trillo.


Al sentir los primeros disparos, Villa soltó el volante y el auto se impactócontra un fresno. El cadáver de Trillo quedó colgando de cabeza en la portezuela derecha, el cuerpo del centauro recargado sobre el respaldo de su asiento. El auto recibió 150 disparos. Los asesinos dejaron las habitaciones,cortaron cartucho y frente al automóvil dieron el tiro de gracia a Villa y a sus compañeros. Su mano derecha quedó en actitud de sacar la pistola. Tenía las dos manos heridas, el cráneo y la cara perforados. Luego, los ejecutores  tomaron sus monturas y salieron huyendo.

La gente del pueblo se reunió súbitamente en torno al automóvil. Nadie daba crédito a lo que había sucedido. El vehículo mostraba tremendos boquetes en diferentes partes de la carrocería, rastros de la masacre.


Los cadáveres de Villa, Trillo y el resto de sus acompañantes fueron llevados al Hotel Hidalgo, propiedad del Centauro, ahí fueron fotografiados, preparadosy arreglados para el sepelio. En la autopsia difícilmente se le reconoció el corazón, por haber quedado como papilla, a causa del efecto destructor de las balas expansivas empleadas en el asalto.

En poco tiempo, Jesús Salas Barraza, uno de los victimarios, fue detenido, juzgado y condenado a setenta años de prisión, junto con Melitón Lozoya. Sin embargo, un año después, en 1924, fue indultado. El magnicida incluso llegó a ser gobernador interino de Durango por algunos díasen 1929.

Durante los siguientes días, la prensa llenó sus páginas con distintas versiones de lo sucedido. Obregón y Calles se dijeron sorprendidos por loocurrido. El presidente ordenó una “exhaustiva investigación”, tan exhaustivacomo la ordenada cuando asesinaron a VenustianoCarranza  tres años antes, en Tlaxcalantongo (Puebla).



Pancho Villa había dispuesto que lo enterraran en un mausoleo, en la ciudad deChihuahua, pero terminó en el cementerio de Parral, donde tres años después su tumba fue profanada y su cabeza robada. La historia es truculenta: ÁlvaroObregón le pide a Francisco Durazo que le entregue la cabeza del cadáver. La encomienda es macabra: ir al cementerio, cavar la tumba y cortarle la cabeza a Pancho Villa. Elpidio Garcilazo, sobre el que recae semejante tarea, en Parral,se arma de valor con una tropa de aterrorizados zapadores que llevan una botella de alcohol para desinfectarse. Tienen tanto miedo que, a la mitad de la excavación, ya se están tomando la botella. Otras versiones afirman que en realidad, Garcilazo vio un letrero donde se ofrecía una cuantiosa recompensapor la cabeza de Villa, y lo había tomado literalmente.


A la hora de cortarle la cabeza uno termina por herir a otro. Luego, en lafuga, otro más se machuca la mano con la puerta del automóvil. Entregan lacabeza de Villa envuelta en una camisa sucia, y así la recibe Garcilazo, que la esconde debajo de su cama. En una de las versiones de este hecho se dice que Emil Holmdahl, un estadounidense que había combatido con Villa y luego contraél, tras su invasión al territorio estadounidense en Columbus, estaba en Parral para pagar $50,000.00 dólares por la cabeza.



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jueves, 18 de julio de 2013

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. Tres historias para este viernes 19 de julio del 2013.




Amigas y amigos

El día  20 de este mes de julio se cumplen 90 años del asesinato de nuestro Francisco Villa, ordenado por la mancuerna de Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles.

Pancho Villa sigue viviendo en los corazones de los pobres de este país y en quienes queremos un mundo en donde quepan todos los mundos. Obregón y Calles siguen siendo venerados por los priísta
smexicanos.

Esta lucha diaria de la memoria en contra del olvido nos obliga a recordar y re pensar a aquellos y aquellas que lo dieron todo para que México sea de los mexicanos.  En esta ocasión les envío tres historias escritas por Eduardo Galeano para recordar al Centauro del Norte… y como decía mi abuelo el coronel Emeterio Rivera:   ¡Viva Villa  Cabrones! ¡Muera el ejercito de los gringos!.
Ojala y les gusten estas historias. Un abrazo.

 
1916
Columbus

América Latina invade los Estados Unidos
Llueve hacia arriba. La gallina muerde al zorro y la liebre fusila al cazador. Por primera y única vez en la historia, soldados mexicanos invaden los Estados Unidos.

Con la descuajaringada tropa que le queda, quinientos hombres de los muchos miles que tenía, Pancho Villa atraviesa la frontera y gritando ¡Viva México! Asalta a balazos la ciudad de Columbus.


1923
Campos de Durango

Pancho Villa lee "Las mil y una noches", deletreando en voz alta a la luz del candil, porque ése es el libro que le da mejores sueños; y despuésse despierta tempranito a pastorear ganado junto a sus viejos compañeros de pelea.
Villa sigue siendo el hombre más popular en los campos del norte de México, aunque a los del gobierno no les guste ni un poquito. Hoy hace tres años que Villa convirtió en cooperativa la hacienda de Canutillo, que ya luce hospital y escuela, y un mundo de gente ha venido a celebrar.

Está Villa escuchando sus corridos favoritos cuando don Fernando, peregrino de Granada, cuenta que John Reed ha muerto en Moscú.

Pancho Villa manda pararla fiesta. Hasta las moscas detienen el vuelo
- ¿Qué Juanito murió? ¿Mi cuate Juanito?
- El mero mero

Se queda Villa entre creyendo y no creyendo.
- Yo lo ví -se disculpa don Fernando-. Está enterrado con los héroes de la revolución allá.
Ni respira la gente.Nadie molesta al silencio. Don Fernando murmura:
- Fue por tifus, no por bala.
Y Villa cabecea:
- Así que murió Juanito.
Y repite:
- Así que murió Juanito.

Y calla. Y mirando lejos,dice:
- Yo nunca había escuchado la palabra socialismo. Él me explicó.

Y en seguida se alza y abriendo los brazos increpa a los mudos guitarreros:

- ¿Y la música? ¿Qué hay de la música? ¡Ándale!


1923
Parral


Nunca pudieron amansarle el orgullo
Con el general Villa se equivoca Obregón.

A Pancho Villa no hay más remedio que matarlo a balazos. Llega a Parral en auto, de mañanita. Al verlo,alguien se frota la cara con un pañuelo rojo. Doce hombres reciben la señal yaprietan los gatillos.

Parral era su ciudad preferida, Parral me gusta tanto, tanto y el día que las mujeres y los niños de Parral corrieron a pedradas a los invasores gringos, a Pancho Villa se le saltó el corazón, se le desbocaron los caballos de adentro, y entonces lanzó un tremendo grito de alegría:

- ¡Parral me gusta hasta para morirme!



                                                                                       Eduardo Galeano -Memoria del fuego 3

sábado, 6 de julio de 2013

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. El cuento de este día domingo 7 de julio del 2013.




Amigas y amigos;

Los dragones son animales que aparecen en diversas historias, cuentos y cosmovisiones de múltiples civilizaciones. Grecia, Japón, China… y hasta nuestra Serpiente Emplumada, que muchos estudios la relacionan con alguna forma de dragón.

Pues en este tema, el argentino Gustavo Roldán dio ejemplo de creatividad, imaginación y talento regalándonos sus historias deslumbrantes. Hoy les envío una de ellas, estoy seguro que les encantará, espero sus opiniones. Saludos y abrazos.

  

Gustavo Roldán



Dragón –dijo el jaguar- ¿Por qué hiciste al hombre?

-Creo que fue un accidente, esas cosas pasan…

-Si, pero fue un accidente grave. ¿No querés que lo coma y terminamos con el accidente?

-Todavía no, merece alguna oportunidad.

-Ya tuvo demasiadas, y además ningún animal lo quiere. ¿Te fijaste que nadie, ni con pelos ni con plumas, habla con él?

-Yo vi que hablaba con algunos animales.

-Hablaba, pero ya no. Ahora todos hacen como que no lo entienden, porque no les gusta lo que habla. Y cuando aparecen se van para otro lado.

-Eso suena feo, pero pienso que siempre hay que dar más oportunidades.

Quien te dice.

-Las oportunidades son peligrosas. Yo, como cualquier jaguar que se precie, estoy dispuesto a comérmelo ya mismo, no sé qué puede pasar si dejamos que el agua corra.

-Esperemos jaguar. ¿Qué puede pasar?

-No sé. Y le tengo miedo a las cosas que no sé.

-Ese parece un pensamiento del hombre, jaguar.

-¿Ves hasta dónde puede ser peligroso? Ya me estoy contagiando de su manera de pensar.

-Y me vas a contagiar a mí. Estamos entrampados, jaguar, porque comerlo también es una manera de terminar un problema a la manera del hombre.

-¿Qué hacemos, dragón?

-¿Qué hacemos, jaguar?

Y ahí se quedaron dando vuelta al problema. Una y mil veces y otras mil.

Todavía no encontraron la solución. Lástima.

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. El cuento de este día sábado 6 de julio del 2013.



CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. El cuento de este día sábado 6 de julio del 2013.

Amigas y amigos;

Este día se cumplen 120 años de la muerte de un gran escritos, cuentista y novelista de nombre Guy de Maupassant. Sus cuentos son bastante interesantes e ilustrativos. Hoy les envío este cuento titulado Confesiones de una mujer.
Maupassant ha sido calificado en repetidas ocasiones como “Misógino schopenhaueriano”, por haber escrito de ellas, en una carta a Gisèle d’Estoc: “¡Mujeres! Prefiero sanguijuelas. Decididamente me parecen muy monótonos los órganos de placer, esos agujeros sucios cuya verdadera función consiste en llenar las letrinas y asfixiar las fosas nasales. La idea de desnudarme para hacer ese pequeño movimiento ridículo me aflige y me hace bostezar de aburrimiento de antemano.”, así también le han tildado de  “Abanderado del sexo extramarital, pagado o gratis”.

Bueno, esta historia Confesiones de una mujer me gustó porque pinta el perfil de un hombre como hoy en día hay millones y de una mujer interesante. Espero que les guste. Un abrazo y que en el futuro se lea más al tal Maupassant.




 

Confesiones de una mujer



Guy de Maupassant

Amigo mío, me ha pedido usted que le cuente los recuerdos más vivos de mi existencia. Soy muy vieja, sin parientes, sin hijos; puedo, pues, libremente confesarme con usted. Prométame sólo que jamás desvelará mi nombre.
He sido muy amada, usted lo sabe; y a menudo amé yo también. Era muy hermosa; puedo decirlo hoy, cuando ya nada queda. El amor era para mí la vida del alma, como el aire es la vida del cuerpo. Hubiera preferido morir a existir sin ternura, sin un pensamiento siempre clavado en mí. Las mujeres pretenden con frecuencia no amar sino una sola vez con todo el poder de su corazón; con frecuencia me ocurrió que amaba tan violentamente que me parecía imposible que aquellos transportes finalizasen. Y sin embargo se extinguían siempre de una forma natural, como un fuego falto de leña.

Le contaré hoy la primera de mis aventuras, en la que yo fui muy inocente, aunque determinó las otras.

La horrible venganza de ese espantoso farmacéutico de Le Pecq me ha recordado el terrible drama al cual asistí muy a mi pesar.
Estaba casada desde hacía un año, con un hombre rico, el conde Hervé de Ker..., un bretón de vieja cepa al cual, por supuesto, no amaba. El amor, el verdadero, necesita, o por lo menos así lo creo, libertad y obstáculos al mismo tiempo. El amor impuesto, sancionado por la ley, bendecido por el sacerdote, ¿es amor? Un beso legal nunca vale lo que un beso robado.

Mi marido era de elevada estatura, elegante y todo un gran señor de aspecto. Pero carecía de inteligencia. Hablaba de un modo terminante, emitía opiniones cortantes como cuchillos. Se le notaba una mente llena de ideas preconcebidas, infundidas en él por sus padres que a su vez las habían recibido de sus antepasados. No vacilaba jamás, daba sobre todo una opinión inmediata y limitada, sin el menor embarazo y sin comprender que pudieran existir otros modos de ver. Se notaba que aquella cabeza estaba cerrada, que por ella no circulaban ideas, esas ideas que renuevan y sanean un espíritu como el viento que atraviesa una casa cuyas puertas y ventanas se abren.

El castillo donde vivíamos se encontraba en plena región desierta. Era un gran edificio triste, enmarcado por árboles enormes cuyo musgo hacía pensar en las blancas barbas de los ancianos. El parque, un verdadero bosque, estaba rodeado por un profundo foso de esos que llaman salto de lobo; y al final, del lado del páramo, teníamos dos grandes estanques llenos de cañas y de hierbas flotantes. Entre los dos, a orillas de un arroyo que los unía, mi marido había mandado construir una pequeña choza para tirar sobre los patos salvajes.

Teníamos, amén de nuestros criados normales, un guarda, una especie de bruto adicto a mi marido hasta la muerte, y una doncella, casi una amiga, locamente ligada a mí. Yo la había traído de España cinco años antes. Era una niña abandonada. Se la hubiera tomado por una gitana a causa de su tez morena, de sus ojos oscuros, de sus cabellos profundos como un bosque y siempre encrespados en torno a la frente. Contaba entonces dieciséis años, pero aparentaba veinte.

Comenzaba el otoño. Cazábamos mucho, unas veces en las propiedades de los vecinos, otras en la nuestra; y yo me fijé en un joven, el barón de C..., cuyas visitas al castillo se volvían singularmente frecuentes. Después dejó de venir, y no pensé más en él; pero me di cuenta de que mi marido cambiaba de actitud conmigo.

Parecía taciturno, preocupado, ya no me abrazaba; y aunque casi no entraba en mi dormitorio, que yo había exigido separado del suyo con el fin de vivir un poco sola, a menudo oía, de noche, unos pasos furtivos que llegaban hasta mi puerta y se alejaban tras unos minutos.

Como mi ventana estaba en la planta baja, a menudo creí también oír merodeos en la sombra, en torno al castillo. Se lo dije a mi marido, que me miró fijamente durante unos segundos y después respondió:
-No es nada, es el guarda.
Ahora bien, una noche, cuando acabábamos de cenar, Hervé, que parecía muy alegre, contra su costumbre, con una alegría socarrona, me preguntó:
-¿Le gustaría a usted pasar tres horas al acecho para matar un zorro que viene por las noches a comerse mis gallinas?

Me quedé sorprendida; vacilaba; pero como él me examinaba con singular obstinación, acabé respondiendo:
-Claro que sí, amigo mío.
Tengo que decirle que yo cazaba como un hombre lobos y jabalíes. Conque era muy natural que me propusiera aquel acecho.
Pero mi marido de repente adoptó un aire extrañamente nervioso; y durante toda la velada estuvo agitado, levantándose y volviéndose a sentar febrilmente.

Hacía las diez me dijo de pronto:
-¿Está usted preparada?
Me levanté. Y cuando él me trajo mi escopeta, pregunté:
-¿Hay que cargar con bala o con posta?
Pareció sorprendido, y después prosiguió:
-¡Oh!, sólo con posta, bastará, puede estar segura.
Después, tras unos segundos, agregó con singular tono:
-¡Puede usted alabarse de su sangre fría!
Me eché a reír:
-¿Yo? ¿Por qué? ¡Sangre fría para ir a matar un zorro! Pero, ¡qué ideas tiene usted, amigo mío!

Y henos aquí en marcha, sin hacer ruido, a través del parque. Toda la casa dormía. La luna llena parecía teñir de amarillo el viejo edificio oscuro cuyo tejado de pizarra relucía. Las dos torrecillas que lo flanqueaban ostentaban en su cima dos placas de luz, y ningún ruido turbaba el silencio de aquella noche clara y triste, dulce y pesada, que parecía muerta. Ni el menor soplo de aire, ni un grito de un sapo, ni un gemido de lechuza; un lúgubre entorpecimiento se había abatido sobre todo.

Cuando estuvimos bajo los árboles del parque me asaltó su frescura, y un olor a hojas caídas. Mi marido no decía nada, pero escuchaba, espiaba, parecía olfatear en las sombras, poseído de pies a cabeza por la pasión de la caza.
Pronto llegamos al borde de los estanques.

Su cabellera de juncos permanecía inmóvil, ningún soplo la acariciaba; pero por el agua corrían movimientos apenas sensibles. A veces un punto se agitaba en la superficie, y de allí partían leves círculos, semejantes a arrugas luminosas, que se agrandaban sin fin.

Cuando llegamos a la choza donde debíamos emboscarnos, mi marido me dejó pasar delante, después armó lentamente su escopeta y el chasquido seco de las piezas me produjo un extraño efecto. Me sintió temblar y me preguntó:
-¿Es, acaso, que ya le basta a usted con esta prueba? Pues márchese.
Respondí, muy sorprendida:
-Nada de eso, no he venido para regresar. ¿Está usted de broma esta noche?
Murmuró:
-Como usted quiera.
Y permanecimos inmóviles.
Al cabo de una media hora, como nada turbaba la pesada y clara tranquilidad de aquella noche de otoño, dije, en voz baja:
-¿Está usted seguro de que pasa por aquí?
Hervé tuvo una sacudida, como si lo hubiera mordido, y, con la boca pegada a mi oído:
-Estoy seguro, escuche.
Y volvió a reinar el silencio.
Creo que empezaba a amodorrarse cuando mi marido me apretó el brazo; y su voz silbante, cambiada, pronunció:
-¿No le ve usted, allá abajo, entre los árboles?

Por mucho que miraba, yo no distinguía nada. Y lentamente Hervé apuntó, mientras me miraba fijamente a los ojos. Yo misma estaba preparada para disparar, cuando de pronto, a treinta pasos de nosotros, apareció a plena luz un hombre que avanzaba a pasos rápidos, con el cuerpo inclinado, como si viniera huyendo.

Me quedé tan estupefacta que lancé un violento grito; pero antes de que pudiera volverme, ante mis ojos pasó una llama, una detonación me aturdió, y vi al hombre rodar por el suelo como un lobo que recibe una bala.
Lancé agudos clamores, espantada, asaltada por la locura; y entonces una mano furiosa, la de Hervé, me asió por la garganta. Fui derribada, y después alzada en sus robustos brazos. Corrió, llevándome en vilo, hacia el cuerpo tendido sobre la hierba, y me arrojó sobre él, violentamente, como si hubiera querido romperme la cabeza.

Me sentí perdida; iba a matarme; y ya alzaba sobre mi frente su tacón, cuando a su vez fue sujetado y derribado, sin que yo hubiese entendido aún lo que estaba ocurriendo.
Me alcé bruscamente y vi, de rodillas sobre él, a Paquita, mi criada, que, aferrada a él como un gato furioso, crispada, enloquecida, le arrancaba la barba, el bigote y la piel del rostro.
Después, como asaltada bruscamente por otra idea, se levantó y, arrojándose sobre el cadáver, lo estrechó entre sus brazos, besándolo en los ojos, en la boca, abriendo con sus labios los labios muertos, buscando en ellos un hálito, y la profunda caricia de los amantes.

Mi marido, en pie, la miraba. Comprendió y, cayendo a mis pies:
-¡Oh! perdón, querida mía; sospeché de ti y he matado al amante de esta muchacha; mi guarda me ha engañado.

Yo, por mi parte, miraba los extraños besos de aquel muerto y aquella viviente; y los sollozos de ella, y sus sobresaltos de amor desesperado.

Y en ese momento comprendí que le sería infiel a mi marido.

jueves, 4 de julio de 2013

CUENTOS E HISTORIAS PARA LA TERNURA. La historia de este jueves 4 de julio del 2013.




Amigas y amigos

Sucede que hoy por la mañana encontré en mi muro una nota de mi amiga Lucía Garzón en donde nos hablan del músico colombiano Leandro Días “Juglar del Vallenato. Y como buen juglar, Díaz compuso esta historia “La Diosa Coronada” para Josefa Guerra. Bella historia que aparece en youtube con Josefa,  la mujer que fue la inspiración de Díaz. El link es este http://www.youtube.com/watch?v=obBAipW3B5E, espero que lean la historia, escuchen la canción y vean el video. Un abrazo. Gracias Lucía, un abrazo para ti.



La Diosa Coronada

Señores vengo a contarles
hay nuevo encanto en la sabana (bis)

En adelanto van estos lugares
ya tienen su diosa coronada
La vida tiene buen adelanto
y tiene diosa de los encantos
y tiene su corona de reina
lo bello aquí está el Magdalena

Paso a contar lo siguiente
conozco diosa y rey querido
Ese nombre de diosa es de gente
que tenga su grado distinguido
Que viva el mismo movimiento
y que tenga el mismo pensamiento
que viva alegre en la sabana
ya tiene su diosa coronada
que canta el pobre Leandro Díaz
triste por la serranía

Cuando el rey querido llega
de tarde por la serranía
Hay que ponerle gallina rellena
que el rey es fino madre mía
Le pones la mesa bien servida
tú sabes que el rey es gente fina
le pones un gran arroz volado
que coma el rey considerado
que coma el rey considerado
le pones un gran arroz volado

Cuando el rey llega de tarde
que mira el jardín florecido
Cuando la diosa mueve el caderaje
se pone el rey más engreido
Y llega la mirá con anhelo
y dice gracias le doy al cielo
que viva alegre en la sabana
ya tiene su diosa coronada
Que canta el pobre Leandro Díaz
triste por la serranía

Las delicias de la vida
son las miradas de la diosa(bis)
sera por eso que el rey se sofoca
cuando olle otro hombre ke la mira
deseara volverse una mision
y luego pasarle el corazon
que canta el pobre Leandro Díaz
triste por la serranía
triste por la serranía
canta Leandro Díaz