Amigas y amigos. Hace 17 años, el 22 de diciembre de 1997, allá
en la comunidad de Acteal, en el municipio de Chenalhó, ubicado en la región de
Los Altos de Chiapas al sureste de México, un grupo de paramilitares
entrenados, financiados y protegidos por el Ejercito Mexicano, atacaron a niños,
niñas, mujeres, hombres, ancianos y ancianas y asesinaron a 45 de ellos y
ellas. Algunas mujeres estaban embarazadas. Hoy, quienes planearon esa masacre están
en libertad; Ernesto Zedillo es consejero de empresas trasnacionales, Emilio
Chuayffet es secretario de Educación Pública, y Eraclio Zepeda, uno de los
principales asesinos, acaba de ser premiado con la medalla Belisario Domínguez
por el Senado de la República Mexicana. Así es la justicia en nuestro país. Va
esta historia escrita por Juan Goytisolo y publicada en el, libro Las Voces del Espejo. Espero que les
guste y que un día se haga justicia.
El niño sin lengua.
Juan Goytisolo.
Cuando se dieron los hechos – así los denominaron las
autoridades locales a fin de no herir, con exquisito pudor, la sensibilidad de
la opinión pública ni de azuzar la consabida inquina y mala fe de los
informadores -, el niño había sido apriscado con algunos familiares y
vecinos en un claro del bosque. Las
fuerzas paramilitares, tras el saqueo e incendio de las viviendas, aguardaron
la ceja del alba y los rubores del sol en la cresta de las colinas para
proceder a la operación de limpieza. Dispararon con sus fusiles hasta que los
aldeanos cayeron en medio de los gritos y el seco zumbido de los disparos.
El niño permaneció oculto
bajo el cadáver de un hombre y aguardo allí sin mover un musculo. Los
milicianos remataban a los heridos y,
poco a poco, los gemidos cesaron. Se hizo el muerto, y en realidad, había muerto.
Cuando lo rescataron contemplaba a sus salvadores con los ojos vacíos, vueltos hacia algún punto
fijo en el interior de sí mismo. ¿Había sobrevivido al exterminio? Su rostro no
expresaba emoción alguna. Se había tragado la lengua. ¿Qué dijo Lázaro a su
retorno del reino de las sombras?
Aquello había ocurrido en Bosnia, en Argelia, en Chechenia,
en Perú y en Colombia, en varios países de África y Centroamérica, ahora en
Chiapas. Quedó el niño sin voz. Era el testigo mudo de todas y cada una de esas
matanzas. Fue fotografiado y su rostro apareció en las cinco partes del mundo.
Su retrato enmarcado colgaba en numerosos despachos y lugares privados.
Millones de personas se familiarizaron con su rostro, pero nadie alcanzó a
identificarlo. Lo llamaron, es, el niño sin lengua, traspuesto al limbo desde
la barbarie.
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