domingo, 21 de diciembre de 2014

Cuentos e historias para la ternura. La historia de este día lunes 22 de diciembre del 2014 El niño sin lengua. Juan Goytisolo.

Amigas y amigos. Hace 17 años, el 22 de diciembre de 1997, allá en la comunidad de Acteal, en el municipio de Chenalhó, ubicado en la región de Los Altos de Chiapas al sureste de México, un grupo de paramilitares entrenados, financiados y protegidos por el Ejercito Mexicano, atacaron a niños, niñas, mujeres, hombres, ancianos y ancianas y asesinaron a 45 de ellos y ellas. Algunas mujeres estaban embarazadas. Hoy, quienes planearon esa masacre están en libertad; Ernesto Zedillo es consejero de empresas trasnacionales, Emilio Chuayffet es secretario de Educación Pública, y Eraclio Zepeda, uno de los principales asesinos, acaba de ser premiado con la medalla Belisario Domínguez por el Senado de la República Mexicana. Así es la justicia en nuestro país. Va esta historia escrita por Juan Goytisolo y publicada en el, libro Las Voces del Espejo. Espero que les guste y que un día se haga justicia.




El niño sin lengua.        
      
                                                                                                        Juan Goytisolo.

Cuando se dieron los hechos – así los denominaron las autoridades locales a fin de no herir, con exquisito pudor, la sensibilidad de la opinión pública ni de azuzar la consabida inquina y mala fe de los informadores -, el niño había sido apriscado con algunos familiares y vecinos  en un claro del bosque. Las fuerzas paramilitares, tras el saqueo e incendio de las viviendas, aguardaron la ceja del alba y los rubores del sol en la cresta de las colinas para proceder a la operación de limpieza. Dispararon con sus fusiles hasta que los aldeanos cayeron en medio de los gritos y el seco zumbido de los disparos.

El niño permaneció oculto  bajo el cadáver de un hombre y aguardo allí sin mover un musculo. Los milicianos remataban a  los heridos y, poco a poco, los gemidos cesaron. Se hizo el muerto, y en realidad, había muerto. Cuando lo rescataron contemplaba a sus salvadores  con los ojos vacíos, vueltos hacia algún punto fijo en el interior de sí mismo. ¿Había sobrevivido al exterminio? Su rostro no expresaba emoción alguna. Se había tragado la lengua. ¿Qué dijo Lázaro a su retorno del reino de las sombras?


Aquello había ocurrido en Bosnia, en Argelia, en Chechenia, en Perú y en Colombia, en varios países de África y Centroamérica, ahora en Chiapas. Quedó el niño sin voz. Era el testigo mudo de todas y cada una de esas matanzas. Fue fotografiado y su rostro apareció en las cinco partes del mundo. Su retrato enmarcado colgaba en numerosos despachos y lugares privados. Millones de personas se familiarizaron con su rostro, pero nadie alcanzó a identificarlo. Lo llamaron, es, el niño sin lengua, traspuesto al limbo desde la barbarie.

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