Amigas y amigos, este día les envío esta hermosa
historia recuperada y narrada por Ernesto Cardenal. Ojala y les guste y nos ayude para construir entre todos ese cielo
cuna en este mundo en que vivimos. Un abrazo.
Una muchacha cuna de quince años, con una bonita
argolla de oro en la nariz me ha hecho el siguiente relato del cielo:
“Cuando uno se muere se va en una canoa por un
río largo. Uno está entonces muy débil, como borracho, y no puedo remar. Va
así, muy débil en el centro de la canoa, y van cinco personas adelante y cinco
atrás, que son las que reman. (Le pregunté si estas personas se veían, y me
respondió con mucho énfasis: ¡No se ven!). El río tiene diez vueltas. Cuando el
río está muy estrecho y tiene poca agua, se bajan de la canoa y empiezan a
caminar hasta llegar al cielo.
“En el cielo todo es de oro. Se usan vestidos muy
lindos, de sedas, con muchos colores. No más vestidos como éstos (y señalaba su
vestido). Hay caballos muy grandes, y muchos perfumes, y casas muy lindas.
Todas las casas tienen sus números. Allí en el cielo están todos los días
aprendiendo, y aprendiendo mucho. Se aprenden muchas cosas, se aprende a leer.
“¿Peleas?, eso se arregla. No más peleas en el
cielo.
“Cuando uno llega donde Dios, Dios está de
espaldas. Uno le pregunta si lo quiere coger, Dios sólo vuelve la cabeza un
poco. Se le repite la pregunta y se vuelve un poco más. A la tercera vez está
completamente de frente. A los que han sido malos, a los que tienen rabias,
Dios les sopla y los bota otra vez al río por donde habían venido. A los buenos
les dice: ΄Este es un chiquito mío΄, y los coge en sus brazos. Porque cuando
uno llega allá se vuelve como un chiquillo.
“En el cielo uno se hace ΄de oro mismo΄. Cuando
una muchacha murió sin casarse, allí consigue marido: ΄muchachos muy bonitos΄. Cada
persona que se muere encuentra su casa con su número. Antes de que se muera, su
casa no tiene número. Cuando se muere se abre su casa y tiene número. Cada
persona tiene su tienda. Los amigos tienen sus tiendas juntas. Los maridos y
las mujeres ya no duermen juntos, sino que tienen sus tiendas, una al lado de
la otra, y también las tiendas de sus parientes y de los amigos.
“En el cielo nunca se trabaja. Ya jamás se
trabaja para cocinar. Todos tienen buenos vestidos y buenos zapatos.”
Ernesto Cardenal
Publicado por la revista El Cuento.
No. 13, Junio 1965
Tomo III – Año II
Pág. 510
Tomo III – Año II
Pág. 510
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