Amigas y amigos
Hace 14 años, en un 24 de febrero, se inció la marcha de la dignidad indígena, la marcha del color de la tierra.
Al iniciar, el hoy difuntito Subcomandante Insurgente Marcos tomó la palabra. Y como era su estilo, inicio con una cuento, de esos que él sabía contar, muy profundos, tiernos, conmovedores. Aluego siguió con un mensaje de igual magnitud.
Hoy aquí les presentamos este documento histórico, que es un cuento y una historia. Cuento e historia para movernos y mover, para ejercer la ternura, para mantener en la memoria lo de los nuestros. Espero que les guste. Va pues, y un abrazo.
Cuentan nuestros viejos más viejos que los más primeros
de estas tierras vieron que los dzules, los poderosos, llegaron a enseñarnos el
miedo, vinieron a marchitar las flores y, para que la flor del poder viviese,
dañaron y sorbieron la flor de nosotros.
Dicen nuestros más antiguos que está marchita la vida de
los poderosos, que está muerto el corazón de sus flores, que lo estiran todo
hasta romperlo, que dañan y chupan las flores de los otros.
Cuentan y dicen nuestros más anteriores que la flor
primera de estos suelos, de la tierra tomó el color para no morir, que pequeña
resistió y que en su corazón guardó la semilla para que, con el corazón como
tierra, otro mundo se naciera.
No el mundo más primero, no el mundo que el poderoso
marchitaba.
Otro mundo. Uno nuevo. Uno bueno.
"Dignidad" es el nombre de esa flor primera y
mucho debe caminar para que la semilla encuentre el corazón de todos y, en la
gran tierra de todos los colores, se nazca por fin ese mundo que todos llaman
"mañana".
El día de hoy la dignidad es quien toma, con nuestras
manos, esta bandera.
Hasta ahora no hay un lugar en ella para nosotros, los que
somos el color de la tierra.
Hasta ahora hemos esperado para que los otros que bajo
ella se cobijan acepten que es nuestra también la historia que la ondea.
Los indígenas mexicanos somos indígenas y somos
mexicanos.
Queremos ser indígenas y queremos ser mexicanos. Pero el señor de
mucha lengua y poco oído, el que gobierna, mentira nos ofrece y no bandera.
La nuestra es la marcha de la dignidad indígena. La
marcha de quienes somos el color de la tierra y la marcha de los todos que son
todos los colores del corazón de la tierra.
Hace siete años la dignidad indígena pidió a esta bandera
un lugar dentro de ella. Con fuego habló entonces el color que somos de la
tierra. Con mentira y fuego respondió el dzul, el poderoso, que del dinero
tiene el color que apesta la tierra. Pero entonces otras voces vimos y
escuchamos otros colores.
Estos otros no golpeaban el día, no afrentaban a la
noche, no tenían torcida la garganta, ni floja la boca que habla la palabra.
Hermanos son quienes con sus colores nos hermanan. Con
ellos, con los hermanos colores, camina hoy el color de la tierra. Con dignidad
camina y busca con dignidad su lugar en la bandera.
Tienen su gobierno los poderosos, pero son falsos sus
reyes. Tienen torcida su garganta y es floja la boca de quien manda y ordena.
No hay verdad en la palabra de los dzules, de los
poderosos.
Hoy caminamos porque esta bandera mexicana acepte que es
nuestra y a cambio nos ofrecen el paño del dolor y la miseria. Hoy caminamos por un buen gobierno y nos
ofrecen la discordia. Hoy caminamos por la justicia y nos ofrecen limosnas. Hoy
caminamos por la libertad y nos ofrecen la esclavitud de las deudas. Hoy
caminamos por el fin de la muerte y nos ofrecen una paz de mentiras
ensordecedoras.
Hoy marchamos por la vida. Hoy marchamos por la justicia.
Hoy marchamos por la libertad. Hoy marchamos por la democracia. Hoy marchamos
por esta bandera.
No alcanza nuestra sola la voz a abrir las orejas del
señor de mucha lengua y poco oído, del que gobierna. No bastan muchas voces que
caminen para que calle y escuche quien con mucho ruido reina.
Todos los pasos se necesitan, son necesarias las voces
todas.
Con todos, esto queremos: un lugar en esta bandera.
Tiene nombre este nuestro paso, palabra tiene la voz que
nos habla:
Esta es la marcha de la dignidad indígena, la marcha del color de la
tierra.
Compañeros y compañeras del EZLN: durante 7 años hemos
resistido ataques de todo tipo, nos han atacado con bombas y balas, con
torturas y cárceles, con mentiras y calumnias, con desprecios y olvidos. Pero
aquí estamos. Somos la dignidad rebelde. Somos el corazón olvidado de la
patria. Somos la memoria más primera.
Somos la morena sangre que en las
montañas ilumina nuestra historia. Somos quienes luchan y viven y mueren. Somos
quienes así hablan: "Para todos todo, nada para nosotros". Somos los
zapatistas, los más pequeños de estas tierras. Saludamos a los pueblos que nos
mandan y cuidan. Salud a su sabio saber y su inteligencia. Saludamos a nuestros
combatientes insurgentes e insurgentas, que hoy en la montaña velan porque nada
malo nos pase a quienes hoy somos luz momentánea. Saludamos a todos los
zapatistas que hoy hablan por nuestra voz y en nuestro paso andan.
Saludamos a
los zapatistas, los más pequeños de estas tierras.
Como nuestros antepasados resistieron guerras de
Conquista y de exterminio, nosotros hemos resistido las guerras del olvido.
Nuestra resistencia no ha terminado, pero ya no está
sola. Nos acompañan ya los corazones de millones en México y en los cinco
continentes. Con ellos va junto nuestro paso. Con ellos iremos a la capital de
la nación que sobre nuestra espaldas se alza y nos desprecia. Con ellos iremos,
con ellos y con esta bandera.
Compañeros y compañeras:
El señor Vicente Fox quiere ponerle nombre a este paso
que hoy andamos. "Es la marcha de la paz" dice, y mantiene a nuestros
hermanos presos por el delito peor en el mundo moderno: la dignidad.
"Es la marcha de la paz" dice, y mantiene a su
Ejército ocupando las casas de Guadalupe Tepeyac mientras cientos de niños,
mujeres, ancianos y hombres guadalupanos permanecen en las montañas resistiendo
con dignidad.
"Es la marcha de la paz" dice, y planea
convertir en mercancía nuestra historia.
"Es la marcha de la paz" dice, y sus cercanos
por lo bajo agregan: "de mentiras".
Eso dice, pero nuestros pasos otra palabra hablan y es
verdadera: ésta es la marcha de la dignidad indígena, la marcha del color de la
tierra.
Hermanos y hermanas:
El día de hoy, 24 de febrero del 2001, Día de la Bandera
de México, los zapatistas iniciamos esta marcha, la marcha de la dignidad
indígena, la marcha del color de la tierra.
No va solo nuestro paso. Con nosotros van los pasos de
todos los pueblos indios y los pasos de todos los hombres, mujeres, niños y
ancianos que en el mundo saben que en el mundo caben todos los colores de la
tierra.
Nosotros los indígenas mexicanos hemos pintado esta
bandera, con nuestra sangre le pusimos el rojo que la adorna. Con nuestro
trabajo cosechamos el fruto que el verde pinta. Con nuestra nobleza blanqueamos
su centro. Con nuestra historia el águila devorando la serpiente le pusimos
para que México se nombraran el dolor y la esperanza que somos. Nosotros
hicimos esta bandera y, sin embargo, no tenemos un lugar en ella.
Hoy les preguntamos a los que arriba son poder y
gobierno: ¿Quién es quien nos niega el derecho a que esta bandera sea por fin
nuestra? ¿Quién es quien luce desmemoria y olvida que, siendo como somos el
color de la tierra, color y escudo dimos a esta nuestra bandera?
Casi 200 años camina esta tierra llamándose nación y
patria y casa e historia.
Casi 200 años lleva cosechando nuestra sangre y dolor,
nuestra miseria, para que México sea patria y no una vergüenza.
Casi 200 años son y seguimos fuera de la casa que desde
abajo construimos, que liberamos, que vivimos y morimos quienes somos el color
de la tierra.
¡Ya basta!, dice y repite la voz más primera, los
indígenas que somos el color de la tierra.
Un lugar queremos. Un lugar necesitamos. Un lugar
merecemos nosotros que somos el color de la tierra. Un lugar digno para ser lo
que somos nosotros, el color de la tierra.
Ya no más el rincón del olvido. Ya no más el objeto del
desprecio.
Ya no más el motivo del asco. Ya no más la morena mano que limosnas
recibe y lava conciencias. Ya no más la vergüenza del color. Ya no más la pena
de la lengua. Ya no más la humillación o la muerte por sentencia.
Por eso ésta es la marcha de la dignidad indígena, la
marcha del color de la tierra.
Y comienza esta marcha hoy, que la luna es nueva, para
que la tierra coseche al fin la justicia para quienes son el color de la
tierra.
Y comienza hoy una marcha que no es sólo nuestra, sino de
todos los que son el color de la tierra.
Comienza hoy el temblor más grande y más primero, la
memoria del que nos hizo nación, libertad nos dio y nos dio grandeza.
Comienza la marcha de la dignidad indígena, la marcha del
color de la tierra.
Con quienes son el color de la tierra, otros colores
lejanos atentos están a lo que hoy comienza.
La posibilidad de que el otro pueda serlo sin vergüenza.
De que el diferente sea igual en dignidad y en esperanza. De que el mundo sea
al fin el lugar de todos y no la propiedad privada de quienes tienen del dinero
el color y la inmundicia. Un mundo con el color de la humanidad.
Hermanos y hermanas:
Quienes son gobierno se esfuerzan hoy en hacer de esta
marcha la marcha de la paz mentirosa. No están solos en la mentira quienes
gobiernan. Con ellos van los pasos de quienes muerto quieren nuestro paso y
muerto por siempre el color de la tierra. Con ellos van quienes no admiten en
el mundo otro color que no sea el color del dinero y su miseria.
Mucho grita y manotea quien es gobierno, su aliento huele
a mentira y quiere que hagamos nuestro el miedo que él enseña.
Daño nos quieren hacer y sorber nuestra fuerza. Pero será
inútil.
Con todos los colores, la flor que somos del color de la tierra, mañana
tendrá porque tendrá bandera.
Con ella y por ella, los pueblos indios tendremos al fin.
¡Democracia! ¡Libertad! ¡Justicia!
Desde las montañas del sureste mexicano.
Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia
General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
México, 24 de febrero del 2001, Día de la Bandera.
PALABRAS DEL EZLN DIFUNDIDAS EL 24 DE FEBRERO DEL 2001 EN SAN CRISTOBAL DE LAS CASAS, CHIAPAS.
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